viernes, 13 de abril de 2012

CON GOYAS DESPIDEN A UNIVERSITARIOS


Por Antonio De Marcelo Esquivel.
Goooya, goooya/  Cachun cahun ra ra/ Cachun cahun ra ra/ goooya Universidad. Así se escuchó por última vez la porra universitaria frente a los féretros de cinco alumnos  y un profesor de la Facultad de Economía que han muerto en el intento de hacerse profesionistas.
Esta vez La Prensa no tuvo acceso, solo escuchó desde lejos el retumbar de esta porra que fue coreada por alumnos, padres de familia y profesores mientras por sus mejillas rodaban gruesas lágrimas por la partida de sus amigos, compañeros de banca, maestros que han muerto en busca de hacer un México mejor. No fue la porra de la victoria en los partidos de los Pumas o de una celebración, fue una despedida dolorosa.
Jóvenes que tenían planes, que habían soñado un futuro promisorio con su título en la mano y que pidieron permiso, que se fueron con unos cuantos pesos en la bolsa, lo necesario para sobre vivir, siempre con la ilusión que al concluir esta carrera de economía alcanzarían el sueño de una vida mejor, pero el destino quiso que fuera diferente.
Ahora, simplemente estaban en estas cajas de madera, lujosas por fuera, pero iguales por dentro, con un cuerpo joven que deja un vació en cada uno de sus familias, en cada pupitre, en cada corazón de quienes los quisieron.
De la universidad les enviaron una foto grande, que fue puesta a un lado de cada féretro y claro sobre del ataúd la bandera de con el puma universitario como un homenaje a cada estudiante, al profesor por su trayectoria en esta casa de estudios que es la máxima en el país y en latinoamérica, la que hace sentir orgullo, un orgullo azul y oro “como no te voy a querer”.
Por ello a cada uno de los velatorios llegó el rector de la Universidad Nacional Autónoma de México, José Narro Robles con rostro adusto, triste, compungido, sin hacer comentarios, solo entrar y decir algo al oído de padres, madres que han quedado huérfanos de hijos e hijas, que han perdido al orgullo de la familia, esos alumnos que con esfuerzo lograron una matricula, los mismos que saltaron de gusto cuando supieron que entre los más de cien mil eran elegidos, y que hoy yacían inertes, sin sonrisa, sin palabras, sin presencia, solo su cuerpo y un recuerdo de sus ansias de vivir.
En todos, alumnos, hermanos, vecinos, amigos, jóvenes aún con la mochila en la espalda que se abrazaron, que lloraron que gritaron, que vieron a todos como enemigos porque estaban dolidos, porque querían de regreso a sus amigos, porque se enteraron en las noticias y no daban crédito, porque aún no pueden creer que estos hijos de la universidad, simplemente han muerto.
Algunos de estos alumnos fueron cremados, otros sepultados, pero no con ello las ansias de justicia de quienes les sobreviven, que aun buscan un culpable, mientras la UNAM afirma que ha exigido  a las autoridades una investigación y castigo ante tan lamentable hecho.
La visita del rector fue a todas las capillas de los jóvenes y el profesor que perdieron la vida en este accidente: el profesor Scheinvar Akcelrad Paulo  y los alumnos; María Fernanda Alvarado Arrollo, Daniela Magdalena Bárcenas Flores, Gilberto Octavio Santiago Barrios, Axel Humberto Escalona Islas y Blanca Leticia Hernández Hernández, descansen en paz.

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