martes, 6 de marzo de 2012

EL COQUETO ANDUVO DE FARRA UN DÍA ANTES DE SU RECAPTURA‏

POR JOEL SAUCEDO
Eran alrededor de las nueve de la noche del viernes 2 de marzo, cuando César Armando Librado Legorreta, apodado “El Coqueto”, ingresó acompañado de un amigo a una piquera del norte de la ciudad de México. Se sentó de espaldas a la calle.
Pero como dicho sitio solo expende cervezas, pidió que le sirvieran un trago del vodka que bebía el encargado del antro. Empezó a ingerir sin mayor problema. Chocó los vasos en señal de salud. Se le veía sumamente relajado.
“El Coqueto”, llevaba consigo una sudadera oscura de manga larga con gorro que le cubría la cabeza. Escuchó la música de la rokocola. Bromeó en algunas ocasiones. Platicó cosas sin mayor trascendencia.
Pero llegó el momento en que después de haber escudriñado su rostro, uno de los presentes se percató del parecido al violador de ocho mujeres y asesino de siete, según lo divulgado por los principales noticieros del país.
--¿Oye –le preguntó el parroquiano al amigo del Coqueto-, este es el violín que andan buscando, verdad?
-- Sí, asintió con la cabeza sin mayor poder de resignación-. Esto mientras Armando Librado presenciaba el cuestionamiento en tanto le daba pequeños sorbos a su bebida sin inmutarse.
-- No te pases. ¿Tú hiciste eso?, interrogaron más de uno a Librado.
“El Coqueto”, respondió afirmativamente, pero pidió que no se le preguntaran los detalles con una actitud más que de superioridad. Cosa que prácticamente dejó sin habla a los demás, lo cual les causó suficiente presión para no hacer más preguntas sobre el caso. De inmediato sintieron que el ambiente se puso tenso.
Pero conforme pasaron las horas y el alcohol seguía corriendo, en un momento más relajado, uno de los enterados se atrevió a proponerle:
--¿Oye “Coqueto”, qué te parece sí por el millón de pesos que piden por ti te denuncio. Yo me quedo con 500 mil pesos y a tu familia le doy el resto?
-- Librado Legorreta se acomodó el gorro. Dejó pasar unos segundos. Tomó un trago más de Oso Negro, pero como respuesta solo masculló una maquiavélica sonrisa.
Para ese momento, el violador coqueto ya mostraba algunos malestares en su cuerpo . No se le veía bien, pero el alcohol lo reactivaba. Carecía de la barba que llevaba antes de escaparse de la policía el 27 de febrero de las instalaciones de la subprocuraduría de Barrientos. Prácticamente estaba rapado.
Según los testigos no llevaba consigo más dinero que el indispensable. De hecho, cuando le dieron fin a la botella de vodka e hicieron la cooperacha, él y su amigo se prestaron a ir por el segundo frasco a una vinatería ubicada a una cuadra del lugar. Llevaban consigo cien pesos.
Cuando Armando Librado y su amigo regresaron, los que convivían con ellos confesaron que pensaban que no iban a volver. Así, consumieron tres botellas de esa embriagante bebida.
Hubo dos momentos en que por el lugar pasaron dos patrullas, sin percatarse de la presencia del hombre más buscado del país.
Luego de escuchar cumbia, salsa y música grupera, terminaron acabándose cuatro botellas, sin tomar en cuenta las cervezas que consumieron los demás. “El Coqueto” sólo tomó y tomó hasta el hartazgo.
Al final él y su amigo dejaron en el piso una estela del exceso de lo consumido. Eran las tres de la mañana del 3 de marzo. Se despidieron del tendero. Prometieron regresar el sábado a un baile que se hace en la zona.
Ese día a las cinco de la tarde, Armando Librado fue recapturado en la colonia “La Malinche” en la delegación Magdalena Contreras del Distrito Feral.

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