jueves, 16 de febrero de 2012

Policía municipal de Tlanepantla obstáculo en el cobertura periodística.


Antonio De Marcelo Esquivel
Hace bien poco leí una frase que usaron para describir las horas de terror que vivió un reportero amedrentado por el crimen organizado, quien la hizo nominó: “pinche oficio chingón”, interesante juego de palabras, de tomarse en cuenta lo bello de hacer periodismo y el peligro que contiene la alta responsabilidad de salir cada día a la calle, siempre en busca de la nota oportuna, aunque en ello le vaya la integridad al reportero, que ni así deja de cumplir con su labor.
Un trabajo que cada vez se convierte más en un acto de alto riesgo. Así me lo confirmó mi amigo Jaime Llera fotoreportero de mil batallas, quien horas antes tuvo una navaja en el cuello y el amago de un grupo de personas por golpearlos, todo con la complicidad del jefe de sector XIII, de la policía municipal de Tlanepantla, Alfredo Rojas.
El pie de foto solo decía: “Un sujeto fue asesinado de varios disparos de arma de fuego. El cuerpo quedo a bordo del taxi en que llegaba, en las calle de Aztecas y Totonacas, en la colonia Tenayuca, del municipio de Tlanepantla”.
Toda una historia que había que desentrañar primero para dar cuenta de la violencia que priva en este municipio y que ha cobrado no una ni dos, decenas de vidas en lo que tiene todos los tintes del crimen organizado, aunque toca a la PGJDF desentrañar este misterio y a nosotros informar al respecto.
Por desgracia en esta cobertura no faltan los sinsabores; y es que me ha comentado Jaime, tan solo al llegar al lugar de los hechos, alrededor de las 10:20 de la mañana del 16 de febrero, fue el mismo comandante Alfredo Rojas, quien incitó a la gente a impedir la labor de los reporteros gráficos, cuya misión es únicamente informativa, mientras que la suya es prevenir el delito, lo que es evidente no hace bien, como lo constata este crimen en que los matones le metieron nueve balazos al cuerpo que ahí yacía.
Fueron las palabras del comandante lo que enardeció a los ahí presentes, que airados gritaban a los fotógrafos “largo” “a chingar a su madre” entre los más bello que el texto acepta, no sin los amagos de arremeter en su contra, de manera que tuvieron que replegarse a unos 50 o 60 metros, desde donde intentaron de nuevo la tarea periodística.
Fue entonces que llegó un grupo de personas, que ahora los rodearon empezaron a jalonear el equipo fotográfico al grito de “quítenles las cámaras”, lo que fue acompañado de muy malas palabras, navajas al cuello de los fotógrafos y llamadas a otros amigos para acudir al lugar.
Ante esto fue necesario pedir el apoyo policial vía telefónica, pero por extraño que parezca y aunque a unos metros estaba la policía municipal, la ayuda, si se le puede llamar así, llegó unos 20 minutos después y luego de jaloneos y el despojo de un equipo fotográfico con valor superior a los 200 mil pesos que uno de los comunicadores portaba.
Quien llegó al rescate, ¿quién creen que fue? Pues el mismísimo comandante Alfredo Rojas con seis elementos, aunque al ser llamado a detener a los ladrones de la cámara, decidió no cumplir con su trabajo argumentando “no puede ser, el señor estaba conmigo” y “Cómo creen que los voy a detener, están en su dolor” claro, para este mal policía una persona que ha perdido un familiar violentamente, puede robar y no lo detendrá porque esta de luto ¿no?
Fue necesario llegar hasta el Ministerio Público del Centro de Justicia llamado Torre Tlanepantla, donde el funcionario si respondió a la exigencia de auxilio y llamó a los despojadores de esta cámara, quienes aún ahí negaban el hecho, hasta que se les hizo entender la gravedad del delito de robo, cuando decidieron hacer una llamada a ver si aparecía el equipo.
Aquí la casualidad, el equipo apareció en la comandancia de Alfredo Rojas que vía telefónica pedía fueran a recogerlo ahí, aunque ya luego al saber que había una parte acusadora y presuntos delincuentes detenidos accedió a llevar el equipo fotográfico hasta donde el Ministerio Público, donde la parte acusadora prefirió un buen acuerdo y no presentar cargos, mientras este señor policía negaba con todo descaro haber negado el apoyo y hasta comentó “procedan como quieran”.   
Por supuesto ante las cámaras lo único que hizo fue dar la espalda. Será que así enfrenta los problemas de inseguridad en su municipio? 
Ojo señor gobernador Eruviel Ávila ¿éste es el nivel de policía que se merece la ciudadanía?

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