martes, 15 de noviembre de 2011

Guía: Una nota es un acto creativo que requiere sensibilidad.

Antonio De Marcelo Esquivel.
La primera vez que llegué a la facultad de filosofía como alumno tenía unos 35 años de edad, venía de hacer periodismo policiaco una década, y necesitaba un respiro, dejar atrás tanto muerto, accidentes, policías, homicidas, violadores, ladrones y toda esa cosa que llaman la nota roja. Así que me inscribí al colegio de Letras Hispánicas. 
Aún no tenía claro la razón por la que estaba ahí, quizá era un sueño cumplido desde la preparatoria, cuando soñaba con estar en la Facultad de Filosofía o tal vez en efecto debía estudiar el idioma con que nos comunicamos; pero al diablo, la verdad era que entre economía, derecho y psicología me decidí por las letras. 
Aún tengo claro aquella primera mañana cuando desvelado llegué a mis clases de latín, justo con un maestro que decían era el más perro, ni modo esa fue mi suerte ya mas delante cambiaría.
Fue esa época de tal importancia que aún deseo volver a la academia únicamente por la fuerza que proyectan los jóvenes, por todo lo que tienen que enseñar y que algunos vamos dejando por el camino.
Digo todo esto, porque la tarde noche de martes tuve una de las mejores experiencias que he vivido, que es estar entre jóvenes y sentir esa pasión que se necesita para creer que todo es posible. Ojalá ellos hubieran podido verse así mismos desde el sitio que me tocó, se habrían maravillado de esas miradas ávidas de respuestas, ante un mundo que a mí como a mis acompañantes nos ha tocado recorrer.
He de aceptar ahora que realmente impone estar ahí y que pasado el tiempo uno piensa tantas cosas y tantas respuestas que se pueden haber dado, aunque una rondó mi cabeza desde que salí de ahí.
Iba en el auto en plática con mis amigos Adalberto, Manuel y Barrera, sin poder quitar esa palabra de mi cabeza, así que por una deformación profesional llegué directo al diccionario a buscar la palabra sensibilidad.
Por supuesto debía ser en la Real Academia de la Lengua Española para acercarme lo más posible al contexto del pensamiento, en el idioma que manejamos en latino America, de manera que desdeñe otros diccionarios basados más en el pensamiento europeo.
No me sorprendió encontrar que una de sus acepciones luego de la descripción latina "Sensibilitas" es: Facultad de sentir, propia de los seres animados  o la última de estas que es: Capacidad de respuesta a muy pequeñas excitaciones, estímulos o causas.
Claro también existe la sensibilidad estética, que surge cuando se logran captar propiedades o cualidades en esa extraña relación entre el sujeto y el objeto.
Aún más sonó en mi cabeza el eco después de haber dicho “manejamos nuestra sensibilidad y emociones” lo que es cierto hasta cierto punto, porque de pronto no es posible cuando un acto logra mover las fibras más intimas de nuestro ser, justo como aquella vez cuando llegué a cubrir una nota sobre una mujer que acosada por su pobreza y problemas con el esposo disparó a la cabeza de su bebé, para luego intentar suicidarse con un balazo en el pecho, aunque solo quedó herida.
Al estar fuera de la casa mi sentimiento fue “ojalá que no se muera y pague por hacer disparado a su bebé” y lo dije probablemente porque entonces mi hija apenas era una nena y no hacía mucho tiempo aún le había cambiado pañales y la cargaba.
La mujer fue sacada a un hospital en calidad de detenida, mientras que el cuerpo del bebé fue llevado al anfiteatro de la delegación Alvaro Obregón; justo hasta donde llegue para revisarlo en ese trabajo macabro que  nos toca realizar a los periodistas de nota roja.
El lugar estaba frío como todos los anfiteatros, al menos así los recuerdo: con una plancha de cemento cubierta por loseta blanca y sobre de esta una cobijita conteniendo el cuerpo de la menor, pues incluso los peritos evitaron llevar el cuerpo como a todos y dejarlo desnudo como al resto.
La cobijita estaba tibia cuando la toque, era amarilla con cuadros como azules de esas afelpadas, la corrí y lo primero que tuve a la vista fue un pie con su calcetita, su piel aún era tersa, de bebé, puedo decir que de no haber sabido que tenía la cabeza destrozada por un tiro habría creído que dormía.
Al descubrir el resto mire su manita caída a un lado con sus deditos extendidos, ya no vi el resto, apenas la barbilla, gruesas lágrimas corrían por mi rostro, tuve que dejar el lugar caminar un poco y reponerme antes de presentarme ante el Ministerio Público para tener más datos del suceso, “calma chinga” me dije, calma, eres un reportero, así que limpie mis lagrimas me repuse y volví a mi trabajo.
Sensibilidad? claro, somos humanos, no somos máquinas, somos reporteros y crear necesita en un 99 por ciento de sensibilidad, si se toma en cuenta que una nota es un acto creativo que se hace cada que se toca el teclado.

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