domingo, 27 de marzo de 2011

El crimen perfecto ¿existe?

Presuntos Responsables.
Por Antonio De Marcelo Esquivel.
Cuando salió a la luz pública la película Presunto Culpable no me quedó más que echarle un ojo, aunque no esperaban nada que no hubiera visto en estas dos décadas de ejercicio periodístico; y es que sentarse de este lado del escritorio en esas tardes cuando hay que redactar las notas es otra parte de hacer la chamba, aceptar que tu jefe te pida entrevistar a un denunciante que te va a quitar un tiempo valioso que podrías usar para redactar con calma, quizá para limpiar tu correo, hacer algunas llamadas o simplemente responder a los amigos en la Face o en el twitter, aunque de pronto me entraba esa sensación de que podría al menos escuchar a las personas, porque igual ni les publican su denuncia, ya sea por falta de espacio, porque son muchísimas, por que se traspapelan o bien por que quien tomó el recado ni siquiera la redactó y el papelito donde apuntó se perdió por ahí y quedó en el olvido, quizá es por ello que coloqué una silla frente a mi lugar para recibir a quien se presente a la hora que sea, total minutos más minutos menos en esta vida. Es así como he logrado recabar decenas, quizá cientos de historias que luego platico a los amigos, en las reuniones, aunque vistos de lejos ya no son tan dramáticos como escucharlos a viva voz de quien sufre una pena. Gente que se sienta en este lugar a derramar lágrimas, a sonreír forzadamente para no llorar, a decir sus intimidades a un desconocido, a ver si se le ablanda el corazón y escribe unas líneas que los funcionarios puedan ver a través del diario y al menos los reciban, que dejen de ser cifras, votos o víctimas de mercenarios del poder, una historia en cada persona, en cada familia que viven dramas dignos de ser novelas, películas, libros o al menos de una nota perdida por ahí entre el aviso oportuno y la nota roja que tanto le choca a las albas conciencias o los paladines de la democracia, aunque esta sea de café o de internet.
Y siempre la escena es recurrente lo mismo que los personajes, casi los mismos, ciudadanos abusivos que conscientes de que viven en México se pasan la ley por el arco del triunfo y si son familiares, amigos o hasta solo por ser vecinos de políticos pues ya son influyentes, porque al fin el fuero es extensible, ya sea de un policía, aunque sea de crucero, un Ministerio Público, el chofer de un diputado, senador o el amigo de un vecino que trabaja en la delegación, así se las gasta la justicia en México y no se diga si en verdad se trata de un legisladores u otro funcionario público, que primero buscan el voto y luego se olvidan de quien los llevó al poder justo cuando reciben la jugosa quincena. Una percepción monetaria que no dejarán aunque en ello les valla el honor, que por cierto muchos ni conocen. 
Para contar esta historias habría que pensarlas bien, seleccionar una, la más dramática, la menos truculenta para creer que nuestros funcionarios no son tan hijos de la chingada, pero eso es imposible, todas tienen su grado de valor: 
Una maestra de primaria cuya directora en busca de echarla para traer a sus amistades azuzó a las madres de familia para correrla y no conformes la acusaron del robo de un celular, que ni existió, pero que le reportó tres meses de prisión y una lucha de cuatro años para recuperar su plaza luego de miles de oficios a la SEP, a la CDHDF, a los medios de comunicación, incluso a la  presidencia de la república.
Un anciano que al regresar de trabajar subió a un microbús, cuyo chofer aceleraba y frenaba como si fuera solo, hasta que causó un accidente que dejó inválido a este trabajar de la construcción, el mismo que buscó una indemnización de la línea de transporte, pero que solo recibió burlas.
Una mujer que por ir a trabajar dejó a su hija libre con la computada, sin siquiera enterarse que halló un amigo de Puebla que la sacó de su casa, solo para llevarla a matar a un hotel de aquel estado, y aunque fue detenido luego logro su libertad por ser abogado e integrante de una de las familias más reputadas y adineradas de la ciudad de los ángeles.
Un joven que con ilusión compro un teléfono celular en Telcel, mismo aparato que que como poseído se conectaba solo a internet, lo que le redituó exagerados recibos que pese a no ser su problema debía pagar, sin que la empresa Nokia o Telcel le resolvieran, hasta que terminó por recomendarle la telefónica ¿y si lo mantiene apagado?    
Una familia que fue arrollada con todas las agravantes por un sujeto, que en la fiesta donde estaban acosaba a la sobrina de estos, quienes salieron para no tener problemas, aunque éste los alcanzó con su carro y al grito de “los voy a matar” los atropello matando al jefe de familia. Fue detenido, pero con la acusación de homicidio imprudencial, pese a que era señalado por los agredidos.
Un grupo de vecinos que deben pagar la luz a un líder de la colonia, que los mantienen asustados con correrlos porque es quien logró el predio.
Hombres y mujeres que han sido corridos de sus trabajos, sin que les hayan dado un centavo o funcionarios que tienen todas las pruebas de corrupción pero temen darlo a conocer porque el jefe es amigo del revisor
Y así se tejen las historias una a una detrás de ese escritorio, cada una digna de un libro, donde se empiece con la frase ¿Cómo pude perderse una joven, una noche, cerca de Ciudad Universitaria y que la policía no pueda hallarla, acaso es posible el crimen perfecto?

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