jueves, 6 de julio de 2017

Ella sólo quería que alguien la ayudara

Por Antonio De Marcelo Esquivel.

Yo no la conocí nunca. Apenas pude saber de ella por sus palabras, ya no por su caligrafía, porque en este mundo virtual de whastapp, twitter y Facebook tenemos que adivinar el estado de ánimo.
Muchas veces la gente decide poner una carita para demostrar enojo, tristeza, sorpresa o alegría, de manera que no se confunda lo que dicen. Pero en su caso nunca puso esas cosas, el trato fue directo, se trataba de su mamá.
La primera vez que hablamos fue por teléfono, iba pasando por la guardia y me regresé a responder, siempre lo hago, porque creo que quienes llaman lo hace por una necesidad y es feo que nadie responda.
Así que levanté el auricular y ante su pregunta
-Me puede ayudar, no atienden a mi mamá en la seguridad social.
Le respondí.
-Envíe una carta a mi correo con sus datos y su caso para hacer algo.
En ese momento no caí en la cuenta que actuaba con el mas ruin pensamiento burócrata, un “Godínez” cualquiera, que cansado de su empleo simplemente la da trámite.
Días después, quizá ya desesperada llamó de nuevo para confirmar, había puesto en el e-mail los papeles que le entregó el doctor, un resumen del trato recibido y su credencial de votar para ser identificada.
Deje pasar un día, porque ya tenía programado resolverle la vida a otra persona con mi publicación, juro por Dios que no pasó por mi cabeza darle prioridad a un caso de vida o muerte.
 Vi las fotos de los documentos y noté no con cierto horror que me había enviado fotos del daño causado, por la falta de atención médica.
En su relato culpaba al médico de negligente y aseguraba que su madre no recibía la atención necesaria. Ya cuando le había dicho que no era necesario tener fotos del daño, caí en la cuenta de sus desesperación, pero el tiro se había ido y tuvimos que esperar otro día para publicar su caso.
El mismo día que se publicó me envió un mensaje.
-Gracias por el apoyo, mi mamá falleció este día.
Yo quería llorar, pero me contuve mientras mesaba mis pocos cabellos. Apoyando los codos en el escritorio me quede con la cara entre las manos, trataba de contener las lágrimas, hasta que un sollozo me ahogó y deje que las lágrimas corrieran, al fin era la única manera de curar ese dolor, aunque cuando era un caso más.

Yo no la conocí, ni conocí a su mamá, pero igual me dolió que su madre haya muerto, porque como le conté esta mañana a Liz: en este país la gente muere por pobre.

@Antoniodemarcel
antoniodemarcelo@gmail.com

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